En el mundo de las redes sociales no hay segundas oportunidades: todo lo que se vaya a publicar en nombre de una marca, debe ser analizado y examinado con sumo cuidado antes de que esto suceda.

En ocasiones hemos tenido aliados (clientes) que nos comentan que ya ellos están preparados para manejar sus propios medios sociales (claro, después de que han crecido, de que sus cuentas se han vuelto robustas y se haya creado una identidad alrededor de la marca que genera interacciones).

Pero cuando el cliente comienza a manejar sus redes sociales, por su cuenta e inconscientemente, hay cambios:

  1. Bajan las frecuencias en las publicaciones.
  2. El contenido tiende a ser de baja calidad.
  3. Son cargadas fotos personales que en nada ayudan a la marca.

Y citamos sólo estas tres consecuencias, aunque podríamos mencionar más. El resultado final es nefasto: se pierde el engagement y las cuentas dejan de tener audiencia.

Esto sucede con mucha frecuencia, aunque hay algo incluso más grave que la soberbia del cliente: las agencias que manejan redes sociales sin un trasfondo significativo: no tienen estrategia, no tienen un objetivo y no hay en ellos una noción específica de la identidad de la marca. A estos nos gusta llamarlos “piratas de las redes”: no hacen bien su trabajo y mucho menos lo saben valorar.

¿Qué piensan los “piratas de las redes”? al parecer, lo único importante para ellos es la transacción bancaria por su «trabajo».

Las redes sociales son los tentáculos de la marca, que crecen y se expanden de acuerdo a un trabajo profesional.